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Cordera solista

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A días del lanzamiento de «Suelto», su primer disco solista, habló para los medios. «Prefiero traicionar a morir», dijo. RS te muestra la entrevista.

Habló sin conflictos de la situación interna de la banda y del futuro. Y cuenta cómo quedó su relación con Andrés Calamaro. Además, en exclusiva, cómo es el álbum.

Podemos colgar el disco en Internet?

A mí no me molestaría.

A Radiohead le funcionó bien; a Charly, no. ¿Experimentamos?

En absoluto me molestaría, pero hablá con los de la compañía. Esta transformación mía también va en ese sentido. Si no puedo depositar confianza en un vínculo, prefiero no vincularme. Durante mucho tiempo, sobre todo en la época de La argentinidad al palo, no quería hablar con periodistas porque me aplastaban.

De lo otro que me dijiste, ni una palabra, no te preocupes.

Buenísimo. Sé que la desconfianza trae una energía que paraliza. Es una dominguería de miércoles en Parque Leloir. Cariño, torta y fulbito. Ves alrededor y pensás en la coherencia del anfitrión. Todo funciona como debería (tratándose de un tipo que anda en piyama delante de 30 mil personas). En el estudio/country, propiedad de la Bersuit, Gustavo Cordera se nos viene con su termo y ese porongo interminable, medio litro de agua, seguro. Porque es así, che: no siempre los uruguayos pierden y del otro lado del charco, este Pelado -con asilo en La Paloma- ya podría ser considerado rioplatense.

El discurso viene sampleando entre miserias humanas, energías varias y metáforas vegetales. Nos acordamos que hace dos años y pico, Cordera era un objeto ecológico al que había que imaginar plantando fresnos mientras giraban con el Enterrando la batata tour. Principios de 2007, el rock perdía imagen, la Bersuit era una troupe de música (medio) ambiental y justo cuando estábamos por comprar un bonsai, Keith Richards, guitar sapiens de los Stones, tripeó un vade retro redentor y salió a decir que se había inhalado las cenizas de papá.

«Salta la chispa y ves mierda, seres pútridos, toda una mierda imposible de creer. Mierda, mierda… Una planta, una flor hermosa».

¿Seguís abrazando árboles?

Todas las mañanas me levanto y saludo a las plantas de acá.

¿Y cuál es el que más se deja querer?

La palta es hermosa; hay un cedro divino, una palmera. El otro día un pelotudo que trabaja acá arrancó un floripondio que teníamos en la puerta y me puse loco.

Es rara la situación. De a uno en fondo fuimos invitados a a hablar de la promoción de Suelto, primer disco solista de Cordera. También podríamos estar acá por el recital de Bersuit (hoy en el Luna Park). Se usa. Pero, ¿todo bien con charlar de tu disco y no del show del fin de semana? «Las cosas están ocurriendo simultáneamente y cada persona evalúa su historia a su manera. Ya hace casi 20 años que estoy conduciendo este tren y a pesar de los miedos de cada uno, me han dado confianza. Con las críticas y los enfrentamientos que se dan en los grupos humanos, pero me dieron confianza».

¿Cómo funcionará el tráfico de confianzas en un grupo grande cuando el líder se corta solo? «Ese miedo existe, es saludable. Yo soy mafioso y soy leal, creo en la esquina, en la cofradía. Sin embargo con este disco, y con emprendimientos como el de Juancito (Subirá, Fisura expuesta) siento que se violaron ciertos códigos. Empezamos a tener experiencias con el afuera, con el misterio, con la nada». ¿Se separan? «No hay una intención de separarse ni de ah, miren cómo me va a mí sin ustedes o miren que yo puedo solo porque, de hecho, Osky y Pepe, mis compañeros de Bersuit, trabajaron en el disco. El Condor y Dani también. Son amigos y cómplices y yo les estoy muy agradecido».

¿No te pasa de sentir una responsabilidad social por tus compañeros? El de la batería, por ejemplo, no estará diciendo: «Uy, en dos meses a éste le va bien y yo me quedo sin laburo».

Las bandas se separan porque se cultiva la desconfianza. Y se cultiva el autoengaño. Una forma es esa: Che, loco, si te vas me dejás sin laburo. ¡Andá a laburar hijo de puta! Yo no lo vivo así. No se dio eso en Bersuit y lamentaría que sucediera. ¿Hasta dónde puede llegar la mezquindad y la estupidez?

Vos escribiste en una canción nueva: «Es mejor traicionar que dejarse morir».

Sí, por por supuesto, creo que es mejor traicionar que morir. Pero fue Juan (Subirá) quien me dijo que haga este disco. Yo no me habría permitido nunca nada fuera de la banda. Todos lo hablamos, todos van a tener su disco.

¿Cuántos temas que iban para la Bersuir decidiste llevar a tu disco solista?

Tal vez uno, Almas armadas. Los demás fueron compuestos con otra intención. Si uno se mete en las letras hay un reservorio de canciones de amor. Las del enamora-miento, esa energía que tiene cuando se ilusiona con otro. El enamoramiento es una ilusión que poco tiene que ver con el amor; es justamente su ausencia. Después hay otro grupo de canciones que tiene que ver con la autocompasión tanguera: «No hago otra cosa que pensar en vos», etcétera. Este disco trasciende estos sentimientos y es un viaje desde la posesión a la liberación.

Estaba escuchando el disco y se me ocurría que podías hablar de una sobrenaturalidad relativa ambiente, de una minita o de un futuro ex grupo.

Lo que me ocurre, me ocurre en mil direcciones. Desde hace un año, antes de subir a un escenario, siempre miro a mis compañeros y les digo: «Los quiero un montón».

Exclusivo: cómo es «Suelto»

A diferencia del radicalizado debut solista de Juan Subirá, Cordera optó por lanzar un disco orgánico, cuidado, bien producido y poblado de posibles hits. Suelto representa el otro lado de la Bersuit fiestera y escatológica, más cerca de Un pacto que de La bolsa.

Dentro de la variedad rítmica que parte de una concepción beatle del sonido hasta llegar a un tango orquestado, el disco propone miradas y reflexiones sobre temas como el amor y la pasión y la vida en pareja en general, se desliza por sonidos limpios, pocas programaciones y mucho instrumento acústico.

Destaca la capacidad de Cordera para la balada rock, ese tipo de canción amable y áspera al mismo tiempo, siempre adhesiva.
La producción de Oscar Righi y Pepe Céspedes es certera: los Bersuit saben de qué se trata, conocen el trasfondo de la historia de la banda y de las búsquedas de Cordera, finalmente las de un clase media suburbana de Lanús que flirtea con el falso hippismo de Cabo Polonio y que pendula entre diferentes universos y discursos.

Grandes momentos: la boxística Aprendí a esquivar, el corte Me la juego a morir, Almas armadas y Aprendió a volar, la joya del CD, una bossa notable. El cierre es con el tango No hay monstruos invencibles, con el aporte de la voz de Yanela, la hija de Gustavo Cordera.

«Calamaro no me debe nada»

La historia dirá si lo del Pelado no fue un verdadero gesto magnánimo (e inédito). Hablamos del regreso de Andrés Calamaro y el cantante de la Bersuit poniéndole su grupo a disposición.
 
Después hubo conventillo, peleítas, que yo dije, que vos dijiste. Pero antes existió algo similar a la grandeza. Si fue así, que Calamaro no figure en los créditos de Suelto llama la atención.
 
¿No te debe una? «Si yo tuviera caca en la cabeza, diría que Andrés está en merma conmigo, pero Andrés no me debe nada. En términos de experiencia real, las cuentas están saldadas. El se benefició conmigo y yo me beneficié con él».
 
¿Vos por qué? «Porque empecé a enfrentarme a la situación de no formar parte de la banda, de que la banda esté con otro, que los chicos puedan coquetear con un nuevo líder, de cambiar la mirada, de ubicarme en otro lugar. Fue buenísimo».
 
¿Sentías celos? «Sentí celos cuando Dani y el Cóndor se fueron a cantar con él y su banda española.». Pensaste que comenzaba el goteo. «Sentí celos».
 
¿Pero le pediste a Calamaro que participara? «Mmm, no».
 
Fuente: Clarín