Discos

Siete Sentidos (2009)

Reseña del primer disco de El Barco del Abuelo.

Droga de Diseño Dub
Viajes anfetaínicos en slow tempo
El Barco del Abuelo – Siete Sentidos (2009)

¿Reggae tradicional hecho en Salta? No lo creo. Siempre que se habla de El Barco del Abuelo, y principalmente de sus tan llamadas “tripuladas, oceánicas y navegantes” presentaciones en vivo, se sabe que son el referente de música dub en Salta desde el año 2003. En un perfil de red social se lee que el grupo formado en la capital salteña suena “como lo que hacemos”; Una repetida frase que además de ponerte a buscar información de primera mano sobre que géneros musicales incursionan, te induce en realidad a que encares el disco y lo escuches atentamente. Quizás es una sentencia que alude al no encasillamiento del estilo que predomina en la banda, tan necesario a veces para distinguirte o unificarte dentro de la movida local. Quizás es porque de tantos géneros e influencias que abarcan, la misma banda no sabe como llamarlo.

El Barco del Abuelo es también el título de un libro escrito por Michael Catchpool. Un libro que relata la muerte de un abuelo y la recuperación de su latente memoria, a través de la restauración de su viejo y olvidado barco. No se si existe alguna conexión directa con la banda, pero si una posible analogía donde sus integrantes, cuando se suben a este gran navío que crearon hace unos años, logran recuperar en una sola esencia todos los estilos y subgéneros musicales que poseen en su memoria colectiva. Dub, reggae y un poco de rock, acompañado por tintes de música latina y variantes de la electrónica, como el psychedelic, el trance y las influencias tribales. Un amplio abanico no tan incursionado por otras bandas y que como estilo único, no sé como llamarlo.

Pablo Margherita (bajo), Alejandro Rodríguez (batería), Mauricio Velásquez (guitarra), Pablo Rodríguez (percusión) y otros ya ex-integrantes, ingresaron a principios del 2007 a grabar su primer álbum llamado Siete Sentidos, siendo producidos por el creciente Eko Estudio. Se destaca en la obra la buena calidad de sonido, y el preciso trabajo de mezclas en el entramado de 9 canciones casi íntegramente instrumentales. Música despreocupada, sin mucha rigurosidad técnica, donde el efecto delay en altas cantidades, el eco, la reverberación y el abusivo wah-wah son una marca registrada. Una fuerte predominancia de extensos solos de guitarras y mucha percusión, aunque con una evidente búsqueda de nuevas ideas le agregan otro sello. Una crítica en general apunta a las líneas de bajo siempre previsibles. ¿Podrían ser más jugadas dentro del dub/reggae?

Haciendo un hilado mas fino, hay dub en máxima expresión (Lo que siempre hay que hacer), y con toques arábico españoles (Turko Dub). Mucho aire latino, con lugares selváticos y tribales, con un Carlos Santana con menos años y más vuelo (Es buenísimo), o con embates caribeños acompañados de corrientes brasileñas, devenidas en coros disfrazados que intentan acentuar melodías (Solo soy). El sonido de añejos sintetizadores también tiene cupo (Psycotropico) y saca el barco a darse una vueltita por el espacio exterior. Hay reggae con colorantes de rock clásico, influencia del London Calling de los Clash (Naty Dread), único tema con letras que parece estar agradeciendo, entre otras cosas, el buen fruto de semillas sagradas. Por último, el porcentaje ocupado por el costado más electrónico. Tanto en las bases como en las melodías, y en donde se anidan fuertes guitarras, se vislumbra un hijo lejano del psychedelic trance, esta vez en esencia natural (Osea No/Conde). Una aproximación musical novedosa que se distingue ante el resto como si fuera un subgénero conjugado y refinado por la propia banda.

Siete Sentidos se presenta como un laboratorio, donde mucho se mezcla dada la fuerte memoria musical del grupo, incitando a que se disparen todos los sentidos posibles. Una especie de droga de diseño que al consumirla, te lleva a viajar y a conocer otros ámbitos de la sonoridad. Eso si, siempre en cámara lenta.